viernes, 19 de febrero de 2016

SI SE PUEDE






Hoy quise hacer una entrada diferente para mostraros más allá de mis palabras que es posible superar la anorexia.

El otro día salí llorando de emoción de la consulta de nutrición porque recibí la mejor noticia:sólo me quedan dos kilos para llegar a mi peso saludable.Dos kilos me separan de mi plena recuperación, de poder reconstruír la totalidad de mi destrucción. Todavía recuerdo lo imposible que parecía cuando estaba diez kilos por debajo. No ha sido fácil llegar hasta aquí, fue un proceso muy lento y en ocasiones, frustrante. Ahora que estoy a punto de llegar a la meta, lo único que puedo trasmitiros es positivismo y fuerza, porque con esfuerzo todo es posible.

Cuando observo  la foto de arriba tengo una mezcla de sentimientos. Por una parte me resulta muy duro ver hasta qué punto pude destruirme y dañarme. Por otra parte, miro la foto de abajo y sonrío porque refleja todo mi proceso, la recompensa de la lucha y el sacrificio. Entre una foto y otra hay seis meses de diferencia y siete kilos. Sin embargo, la diferencia más grande entre ambas no es la física,sino la mental. La de arriba es una persona infeliz que había perdido las ganas de vivir. La de abajo en cambio, es una persona feliz consigo misma y con su vida, más fuerte, segura y que valora más que nunca la fortuna que tiene.
La anorexia trajo mucho sufrimiento en mi vida y en mi familia, pero también me unió más que nunca a mis seres queridos, me hizo plantearme todo de otra manera, apreciar más cada instante y no permitirme perder más el tiempo con aquello que carece de importancia.

La primera foto no era yo porque estaba dominada por el bicho, vivía por y para él, lo único que me importaba era seguir sus mandatos y no consumir calorías.Quién le diría a aquella Cris que seis meses más tarde lloraría de felicidad al ver su peso incrementado en una báscula, que volvería a disfrutar de la comida y lo más importante, de vivir.  Y aunque todavía queden restos del bicho cada vez son más inapreciables y si siguen ahí son sólo para recordarme cómo fui capaz de acabar con él.

La lección más importante que he aprendido es que no hay que renegar del pasado, ni de los errores ni de aquello que hicimos mal. Lo que sí  que hay que hacer es aprender de lo que nos causó tanto daño  y sacar la lectura positiva. No me oculto, no me avergüenzo, porque esa fue mi vida, mi realidad, pero ahora tan sólo es un recuerdo. Un recuerdo que me hizo crecer y madurar. Un recuerdo que puede servir de ejemplo para que otras personas se recuperen. Un recuerdo para nunca más volver atrás. Un recuerdo para sonreír y creer. Creer que no hay nada imposible, que de las mayores caídas también es posible volver a levantarse.