domingo, 20 de septiembre de 2015

Carta de despedida a la anorexia



Hoy te escribo para despedirme de ti. Después de tantos años, por fin me siento fuerte para hacerlo.Llegaste a mi vida cuando era una cría con la autoestima destrozada, sin personalidad, débil e insegura. Te aprovechaste de ello. Me prometías que si seguía tus consejos todo iba a cambiar, mi vida iba a mejorar, todos me iban a querer y a aceptar. Decías que solo tenía que adelgazar unos kilos para gustarles más, que se acabarían los insultos y que pasaría a ser la chica más deseada de la clase. Me hacías mirar con envidia al resto y me prometías que pronto me parecería a las demás. Me dejé llevar por tu capacidad de convicción. Seguí tus pasos. Cada vez me exigías más. Adiós a los dulces, al pan, a todo lo calórico. Pronto me mandaste decirle adiós a la pasta e incluso al arroz. Las comidas de mi madre ya no eran bien recibidas para ti. Me creabas angustia, hacías que cada vez que se acercaba la hora de comer deseara con todas mis fuerzas desaparecer. Me mandabas mentir. " Ya cené con mis amigas." " Me duele la barriga no tengo hambre". Te deje entrar en mi vida, lo hiciste poco a poco de manera que yo no me daba cuenta de lo que estabas llevándote por el camino. No pude darme cuenta a tiempo de que estabas robando el mando de control de mi vida. Sabías como mantenerme contenta para que no te echara. Los kilos iban desapareciendo, los pantalones me quedaban cada vez más grandes. La gente me decía: " Cómo has adelgazado!" y yo me alegraba, sentía que estaba cumpliendo mi sueño. Tú me decías que no podía parar, que sino volvería a ser gorda como antes. Que tenía que quemar cada vez más calorías en el gimnasio y aguantar el hambre, no caer en la tentación de comer algo que no fuera fruta o verdura. Y cuidado con las cantidades! Conseguiste hacerme sentir mal por haber comido mucha sandía. ¿ sandía?, ¿cómo podías engañarme tanto?, ¿cómo podías hacerme sentir tanta ansiedad por algo que tiene el 90% de agua? Ahora me doy cuenta de lo mentirosa que eres. Tenías que recurrir a mentir para hacerte fuerte y que no te echase de mi vida. Tú tambien tenías miedos y para vencerlos creabas otros miedos en mi para que no te dejara. Hiciste que me enamorase de ti, pero ciegamente. Afortunadamente la venda de mis ojos se fue cayendo poco a poco. Todo fue posible gracias a que me condujiste a una situación tan peligrosa que cuando vi mi peso reflejado en una báscula, a pesar de haber bajado 10 kilos más, no me alegré como lo hacía antes.Por primera vez haber adelgazado no me había provocado satisfacción. De pronto, mi realidad se empezó a desvanecer. Me sentí perdida, sentí miedo, mucho miedo. Todo mi mundo era una contradicción. Dos mitades con pensamientos opuestos. Arrepentimiento. Empecé a ser consciente de todo el engaño. Me costaba asimilar que había estado en una nube en la que no veía los peligros, en la que creía que todo el mundo me engañaba, que exageraban, creía que todo iba bien. Cuando vi aquellas dos cifras reflejas en la pantalla empezó mi lucha entre mi parte racional que por fin había despertado y la parte irracional que me había anulado. El miedo me ayudó a salir del laberinto en el que tú me metiste. El miedo a ingresar en un hospital, a perder a mis seres queridos, mi salud, mi fertilidad, mi frío constante, mi tristeza permanente, empezaba a ser más fuerte que los miedos que tú me metías al rechazo, a las calorías, a engordar, a perder el control. ¿ Perder el control? Que irónico que fueras capaz de convencerme de que a tu lado estaba segura cuando eras tú quien manejaba todo, cuando mis decisiones estaban manipuladas por ti. Cuando ya no me dejabas ir con mis amigos, disfrutar de lo que antes me hacía feliz, de mi familia.Nada me llenaba. Hacías que no tuviese ganas de estar con nadie para así estar tú más tiempo conmigo. Eras posesiva. No quería que te compartiese con nadie. Ahora entiendo porque lo hacías. Porque sabías que ellos podrían descubrir tus engaños, tenías miedo de que te descubriese. Ganabas el pulso, hasta que reaccioné y conseguí remontar la partida. Recuerdo que al principio fue muy difícil, no querías irte e intentabas atraparme de nuevo. " Si me voy, vas a descontrolar con la comida y ya no vas a poder parar de engordar nunca." " Con todo lo que has conseguido,¿ ahora vas a perderlo?". Ya no. Tenía que ser más fuerte que tú. Intente combatirte con otros pensamientos. Mi parte racional ya estaba despierta y con fuerzas para destruirte. Me hacía empezar a ver tus engaños y la realidad. Ella sí que  era sincera. Me decía lo fea que estaba, lo mucho que se me marcaban los huesos, los peligros de estar en tan bajo peso, el daño que hacía a mis seres queridos y la infelicidad a la que me había conducido todo esto. Mi parte racional me condujo a recuperar mi vida. Cada vez tú te fuiste haciendo más débil y ella más fuerte. Os cambiasteis los papeles. Ella llegó para salvarme, recuperó la voz que tú le habías silenciado. Cuando volví a comer te asustaste mucho porque sabías que eso significaba destruirte. Por eso intentaste pararme y  te encargabas de producir en mi una sensación de angustia y ansiedad en cada bocado. Supe detectarte y luchar contra ti. Solo tenía que asumir que ibas a atacarme y aguantarlo, porque eso significaba estar ganándote y debilitándote. Y así fue. Cada vez aparecías menos, empezabas a cansarte de llegar y no conseguir nada.  Cada vez los remordimientos que me producías eran más cortos. Volver a comer fue mi medicina y a la vez tu veneno. Yo me sentía cada vez más fuerte y feliz. Tú necesitabas que yo estuviese débil y triste para atraparme, por eso ya no tenías nada que hacer. Game over amiga. Cuanto más te alejabas, más me daba cuenta de las cosas. No te necesitaba, me encontraba mejor sin ti. Desde que te fuiste, todo se ha ido poco a poco recuperando. Y es cierto que no te has ido del todo, que todavía intentas volver porque no soportas que te haya remplazado, no soportas que me esté olvidando de ti, por eso vienes intentando destruir todo lo que estoy construyendo. Pero ya no. YA es tarde. Sin ti, estoy mucho mejor. Puedes quedarte ahí si quieres porque he aprendido a vivir contigo pero sin ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario