martes, 20 de octubre de 2015

"No me arrepiento de sufrir anorexia"

Muchas veces he deseado tener una herramienta que me permitiese volver atrás en el tiempo para frenar la caída al gran pozo en el que me sumergí con mis propios pasos. Ya no. Ya no reniego de mi pasado, gracias a él hoy soy como soy. He dejado de arrepentirme, de compadecerme, de culparme. He dejado de hacerme preguntas sin respuesta, preguntándome constantemente por qué me había tocado vivir esto, por qué el resto podían ser felices y yo no, por qué mientras miles de personas combatían duras enfermedades yo me había creado una con mis propias manos, por qué me hacía daño a mi misma, por qué no podía controlar mi vida, por qué, por qué. He dejado de buscar respuestas. Porque no hay culpables, creo que todo pasa por una razón y que la anorexia llegó a mi vida no sólo para destruirme sino para enseñarme. La lección más importante y a la vez irónica que me brindó fue la de amarme a mi misma. Antes de la anorexia, era una niña insegura, con la autoestima destrozada, con miedos y muy exigente consigo misma. Desde que toqué fondo y pude resugir, ha habido un antes y un después en mi.

En el proceso de recuperación descubres aspectos de ti que desconocías, creces, maduras y lo que antes te preocupaba se vuelve insignificante. Porque sufrir te enseña a vivir.Ahora sé valorar lo que realmente importa, dejar de preocuparme por tonterías y aprovechar los regalos de la vida. Porque aprendí a desaprender. LLevaba toda mi vida cargando sobre mi espalda ideas irracionales que yo creía correctas y que condicionaban mi modo de actuar. Desaprendí que la felicidad está al lado de los demás, que debemos gustar a todo el mundo y que sólo siendo delgada puedes conseguirlo, que decir no es símbolo de egoísmo o que es necesario hacer aquello que no quieres para contentar al resto. A veces necesitamos perder algo para darnos cuenta de lo que valía y  eso fue lo que me pasó a mi con mi vida. Cuando la enfermedad me llevó a estar sola empecé a echar de menos todo lo que antes me pertenecía, empecé a ver todo lo bueno que había en mí y en mi vida. La venda de mis ojos se fue cayendo poco a poco. Quería recuperar aquella vida de la que tantas veces me había quejado y que ahora echaba tanto de menos. Y entonces, empecé a luchar, a luchar por recuperarla.

Por eso no me arrepiento de sufrir anorexia. Porque sin ella no habría podido conocerme a mi misma ni recordado lo valiosa que soy. La anorexia fue un parón en mi vida que me permitió recuperar la cordura y coger impulso para empezar una nueva vida queriéndome, aceptándome y respetándome.