lunes, 6 de junio de 2016

FELICIDAD








9 meses separan una foto de otra. 10 kg de salud, de bienestar. El cambio físico se aprecia fácilmente, pero fijándote también se puede apreciar el cambio mental, que sin duda, es el más importante. El brillo de mis ojos. La sonrisa vacía de la primera foto junto con la alegría que desprende la segunda. He vuelto a ser yo, he vuelto a tomar mis propias decisiones sin estar dominada por los mandatos del "bicho". Poder hacer lo que quiero, sin renunciar a lo que me hace feliz.Poder recuperar el tiempo perdido y volver a disfrutar de la compañía de los míos, salir del aislamiento en el que me encontraba. Recuperar la alegría que tanto me caracterizaba antes de que el bicho me la arrebatara.Adiós al control absoluto, a dietas estrictas, a la autodestrucción.
Se cumple un año desde el comienzo de todo, llega la época que siempre me llenó de temores e inseguridades: el verano. Sin embargo, por primera vez todo es diferente porque a pesar de no tener el cuerpo que quiero, a pesar de que me encantaría tener más curvas y kilos, me expongo en bikini sin miedos. Ya no me importa el que dirán. Porque al fin he aprendido que el físico es algo secundario, que me tengo que querer tenga el cuerpo que tenga. Después de haber sido un saco de huesos y haber tenido el amor incondicional de mis seres queridos en esos momentos, comprendí que no soy un físico, que valgo por lo que soy. Porque lo que hay dentro de ti es lo mismo que hace que los que te quieren lo hagan independientemente del peso que marque tu báscula. Por eso, sonrío, porque sé que gracias a lo que soy, tengo a las mejores personas a mi lado, las que han estado ahí cuando pesaba 36 kilos y las que seguirán ahí tenga el aspecto que tenga. Gracias.