domingo, 28 de agosto de 2016

Saber que se puede, querer que se pueda.








¡Hola de nuevo! Perdón por estar tanto tiempo ausente. Este verano quise desconectar de todo pero aquí estoy otra vez con más ganas que nunca porque cada vez son más los mensajes de ánimo y agradecimiento que recibo. El otro día estaba de fiesta cuando una persona me paró para preguntarme si yo era la chica del blog. Me dió las gracias porque le había ayudado a seguir adelante. No hay nada más reconfortante que ver cómo mi historia sirve para mejorar la situación de otras personas. Gracias por todos los mensajes de de cariño y ánimo. Una vez más la vida me enseña que detrás de algo malo, siempre hay algo positivo.

Estos dos últimos meses he podido disfrutar del tiempo libre con mis amigos y mi familia. Viviendo mi vida, sin ser una marioneta en manos del bicho. Tomando mis propias decisiones, lejos de sus directrices. He sido feliz cenando con mis amigos, comiendo en la playa o tomando un helado con mis padres.  

Cuando estaba enferma, intentaba entender que era lo que me estaba pasando. Me ayudó mucho saber que era algo que en aquel momento no podía controlar, que mi cabeza tenía una lucha interna y que sólo yo podía hacer que ganase la batalla.
Buscaba información constantemente para ayudarme a comprenderme y lo que más me dolía era leer en internet mensaje negativos sobre la enfermedad, comentarios en los que decían que la anorexia nunca se curaba, que siempre te iba a acompañar. Por eso empecé este blog, para demostrar que aquello no era cierto, que sí se supera. Es importante saber que la medicina para la anorexia no es volver a comer adecuadamente sino volver a quererte y valorarte. Luchar por ti misma. Ese es el único camino hacia la recuperación. Librarse de la anorexia no es un camino fácil y rápido, ser consciente de ello, me ayudó a no rendirme y tener la constancia y la paciencia necesarias para poder ver la luz al final del túnel.

Cuando veo mis fotos del año pasado, con doce kilos menos, me asusto al ver la destrucción física,sin embargo, lo que más duro me resulta es recordar la destrucción mental. Acordarme de todo el tiempo perdido por querer estar encerrada en mi mundo lejos de mis seres queridos y formado únicamente por las calorías, de todos los planes a los que renuncié y los viajes que no disfruté. De las discusiones, de mi mal humor, mi tristeza y frío constantes. Pero a la vez me fortalece ver cómo no sólo he vuelto a recuperar todo lo que un día perdí, sino que de esta batalla salgo ganando, ya que mi autoestima está en niveles más elevados de antes de caer en la anorexia. Y no sólo eso sino que valoro más cada nuevo día. Ante el dolor hay dos opciones: lamentarse o salir reforzado de ello. Sin duda, la segunda opción te conduce a la felicidad. No me cansaré de repetirlo: todo se puede lograr. Y si todavía no ha llegado, no resistas, es tan sólo una cuestión de esfuerzo y tiempo.



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