lunes, 21 de septiembre de 2015

CONSEJOS QUE ME AYUDARON A SALIR ADELANTE

Quería compartir una lista de aquello que me ayudó a ganarle el pulso al bicho y combatir así el malestar tras cada comida.  No os olvidéis de que ese malestar lo provoca el bicho. Que no os engañe, la comida es el camino a la recuperación, sin ella, nada se puede lograr.

  • Apuntar en un papel aquello que había perdido y que comiendo podía recuperar. Lo leía antes de cada comida. Mi lista era la siguiente: 
    • Volver a tener la regla
    • Volver a encontrar ropa que me sirva en las tiendas y no tener que ir a la ropa de niño
    • Hacer felices a las personas que me quieren, dejar de preocuparlas
    •  Poder volver a ponerme ropa de mi armario que echo de menos
    • Dejar de tener tanto frío
    • Recuperar mi energía, mi felicidad
    • Dejar de sentirme tan cansada y sin ganas de nada
    • Recuperar el apetito sexual
    • Que se me dejen de notar todos los huesos
    • Que la gente me deje de decir lo fea que estoy y lo guapa que estaba antes.
Aprovechaba los momentos en los que mi parte racional me permitía ver la realidad sin las distorsiones del bicho, para escribirlo y así dejar constancia. Así, cuando el bicho intentaba engañarme de nuevo, solo tenía que leer mis propias palabras para ser consciente de su intento de mentirme.                                                                                                                                           
  • Detectar y diferenciar tus pensamientos de los del bicho. Él está tan dentro de ti que a veces se confunde su realidad con la tuya. Para este punto, yo me refugié de nuevo en la escritura, cada pensamiento que me decía lo escribía y al hacerlo después de muchas veces me iba dando cuenta de lo absurdos e irracionales que eran.
  • Darse cuenta de que el bicho también tiene miedos y por eso crea miedos en ti. ÉL sabe que aquello que te cura, a él le hace más débil. La comida es su enemigo porque no solo hace que le venzas la batalla, sino que con ella recuperas la felicidad, las relaciones con tus seres queridos, sentirte bien contigo misma y de esa manera robarle espacio en tu vida al bicho. Bicho va a intentar evitar que esto ocurra, quiere que vivas solo para él, quiere verte triste. Por eso tienes que  ACTUAR  DE FORMA QUE HAGAS REALIDAD LOS MIEDOS DEL BICHO.
  • Aguantar los remordimientos.Recuerdo lo mal que lo pasé las primeras veces que tuve que enfrentarme a la comida.Recuerdo el esfuerzo al enfrentarme a un filete, a una cucharadita de cola cao, al aceite, a los frutos secos y podría escribir con un largo etcétera de alimentos que yo había puesto la etiqueta de prohibidos en mi vida. Pocas veces en mi vida sentí tanta angustia como cuando  me dieron la nueva dieta que suponía comer todos los días pasta o arroz. Creía que sería incapaz de conseguirlo. Y no solo lo logré sino que cada vez mi cuerpo y mi mente fueron respondiendo mejor. Cuanto más comía, más hambre tenía. Mentalmente se iba disminuyendo cada vez más el tiempo de duración de los remordimientos.  
Actualmente no sólo he aumentado con creces la cantidad de comida, sino que he añadido por voluntad propia alimentos como el chocolate, los helados o los bocadillos sin que nadie me mandara hacerlo. ¿ Cómo se puede pasar de la angustia por tener que comer un filete a pedirle a tu padre que te compre chocolate milka? Con tiempo, esfuerzo, paciencia, lucha, constancia y aguante. Roma no se construyo en dos días. Os aseguro que es posible y os aseguro que si yo leyese esto hace unos meses no me lo creería. Para llegar hasta aquí tuve que aguantar horas de angustia, ganas de vomitar, de rendirme, pero gracias a aguantar esos malos momentos, pude dar lugar a que otros buenos ocupasen su espacio. Ahora la angustia fue sustituída por la felicidad de recuperar el placer de la comida y el  de compartirla con tus seres queridos.Dejar de ser la rara del grupo, la que si iban a tomar algo pedía un agua, la que no se incluía en los planes de cenas o comidas. Volver a disfrutar, volver a tener el control, sentirse libre de nuevo.Para llegar a la cima, hay que sufrir la escalada, pero las vistas merecen la pena.                                                                                                                                                 

domingo, 20 de septiembre de 2015

Carta de despedida a la anorexia



Hoy te escribo para despedirme de ti. Después de tantos años, por fin me siento fuerte para hacerlo.Llegaste a mi vida cuando era una cría con la autoestima destrozada, sin personalidad, débil e insegura. Te aprovechaste de ello. Me prometías que si seguía tus consejos todo iba a cambiar, mi vida iba a mejorar, todos me iban a querer y a aceptar. Decías que solo tenía que adelgazar unos kilos para gustarles más, que se acabarían los insultos y que pasaría a ser la chica más deseada de la clase. Me hacías mirar con envidia al resto y me prometías que pronto me parecería a las demás. Me dejé llevar por tu capacidad de convicción. Seguí tus pasos. Cada vez me exigías más. Adiós a los dulces, al pan, a todo lo calórico. Pronto me mandaste decirle adiós a la pasta e incluso al arroz. Las comidas de mi madre ya no eran bien recibidas para ti. Me creabas angustia, hacías que cada vez que se acercaba la hora de comer deseara con todas mis fuerzas desaparecer. Me mandabas mentir. " Ya cené con mis amigas." " Me duele la barriga no tengo hambre". Te deje entrar en mi vida, lo hiciste poco a poco de manera que yo no me daba cuenta de lo que estabas llevándote por el camino. No pude darme cuenta a tiempo de que estabas robando el mando de control de mi vida. Sabías como mantenerme contenta para que no te echara. Los kilos iban desapareciendo, los pantalones me quedaban cada vez más grandes. La gente me decía: " Cómo has adelgazado!" y yo me alegraba, sentía que estaba cumpliendo mi sueño. Tú me decías que no podía parar, que sino volvería a ser gorda como antes. Que tenía que quemar cada vez más calorías en el gimnasio y aguantar el hambre, no caer en la tentación de comer algo que no fuera fruta o verdura. Y cuidado con las cantidades! Conseguiste hacerme sentir mal por haber comido mucha sandía. ¿ sandía?, ¿cómo podías engañarme tanto?, ¿cómo podías hacerme sentir tanta ansiedad por algo que tiene el 90% de agua? Ahora me doy cuenta de lo mentirosa que eres. Tenías que recurrir a mentir para hacerte fuerte y que no te echase de mi vida. Tú tambien tenías miedos y para vencerlos creabas otros miedos en mi para que no te dejara. Hiciste que me enamorase de ti, pero ciegamente. Afortunadamente la venda de mis ojos se fue cayendo poco a poco. Todo fue posible gracias a que me condujiste a una situación tan peligrosa que cuando vi mi peso reflejado en una báscula, a pesar de haber bajado 10 kilos más, no me alegré como lo hacía antes.Por primera vez haber adelgazado no me había provocado satisfacción. De pronto, mi realidad se empezó a desvanecer. Me sentí perdida, sentí miedo, mucho miedo. Todo mi mundo era una contradicción. Dos mitades con pensamientos opuestos. Arrepentimiento. Empecé a ser consciente de todo el engaño. Me costaba asimilar que había estado en una nube en la que no veía los peligros, en la que creía que todo el mundo me engañaba, que exageraban, creía que todo iba bien. Cuando vi aquellas dos cifras reflejas en la pantalla empezó mi lucha entre mi parte racional que por fin había despertado y la parte irracional que me había anulado. El miedo me ayudó a salir del laberinto en el que tú me metiste. El miedo a ingresar en un hospital, a perder a mis seres queridos, mi salud, mi fertilidad, mi frío constante, mi tristeza permanente, empezaba a ser más fuerte que los miedos que tú me metías al rechazo, a las calorías, a engordar, a perder el control. ¿ Perder el control? Que irónico que fueras capaz de convencerme de que a tu lado estaba segura cuando eras tú quien manejaba todo, cuando mis decisiones estaban manipuladas por ti. Cuando ya no me dejabas ir con mis amigos, disfrutar de lo que antes me hacía feliz, de mi familia.Nada me llenaba. Hacías que no tuviese ganas de estar con nadie para así estar tú más tiempo conmigo. Eras posesiva. No quería que te compartiese con nadie. Ahora entiendo porque lo hacías. Porque sabías que ellos podrían descubrir tus engaños, tenías miedo de que te descubriese. Ganabas el pulso, hasta que reaccioné y conseguí remontar la partida. Recuerdo que al principio fue muy difícil, no querías irte e intentabas atraparme de nuevo. " Si me voy, vas a descontrolar con la comida y ya no vas a poder parar de engordar nunca." " Con todo lo que has conseguido,¿ ahora vas a perderlo?". Ya no. Tenía que ser más fuerte que tú. Intente combatirte con otros pensamientos. Mi parte racional ya estaba despierta y con fuerzas para destruirte. Me hacía empezar a ver tus engaños y la realidad. Ella sí que  era sincera. Me decía lo fea que estaba, lo mucho que se me marcaban los huesos, los peligros de estar en tan bajo peso, el daño que hacía a mis seres queridos y la infelicidad a la que me había conducido todo esto. Mi parte racional me condujo a recuperar mi vida. Cada vez tú te fuiste haciendo más débil y ella más fuerte. Os cambiasteis los papeles. Ella llegó para salvarme, recuperó la voz que tú le habías silenciado. Cuando volví a comer te asustaste mucho porque sabías que eso significaba destruirte. Por eso intentaste pararme y  te encargabas de producir en mi una sensación de angustia y ansiedad en cada bocado. Supe detectarte y luchar contra ti. Solo tenía que asumir que ibas a atacarme y aguantarlo, porque eso significaba estar ganándote y debilitándote. Y así fue. Cada vez aparecías menos, empezabas a cansarte de llegar y no conseguir nada.  Cada vez los remordimientos que me producías eran más cortos. Volver a comer fue mi medicina y a la vez tu veneno. Yo me sentía cada vez más fuerte y feliz. Tú necesitabas que yo estuviese débil y triste para atraparme, por eso ya no tenías nada que hacer. Game over amiga. Cuanto más te alejabas, más me daba cuenta de las cosas. No te necesitaba, me encontraba mejor sin ti. Desde que te fuiste, todo se ha ido poco a poco recuperando. Y es cierto que no te has ido del todo, que todavía intentas volver porque no soportas que te haya remplazado, no soportas que me esté olvidando de ti, por eso vienes intentando destruir todo lo que estoy construyendo. Pero ya no. YA es tarde. Sin ti, estoy mucho mejor. Puedes quedarte ahí si quieres porque he aprendido a vivir contigo pero sin ti.

domingo, 13 de septiembre de 2015

¿EL BICHO O YO?

  Después de tantos días sin escribir, me alegra poder hacerlo para contar buenas noticias e imprimir en cada palabra unas buenas dosis de felicidad y optimismo. Tenía miedo del fin del verano ya que eso suponía empezar las clases y con ello mi vida de estudiante independizada. Temía echar de menos a mi familia y perder toda la fortaleza que tanto me había costado conseguir en el último mes.Sin embargo, una vez más, me sorprendí a mi misma y pude ser capaz de comer los tápers sola, sin nadie delante para controlarme.Yo misma, contra el bicho, sin nadie más que nosotros. Comer sin nadie vigilándome fue un gran reto. Bicho es cada vez más pequeño y yo más grande. Pude vencer sus pensamientos irracionales, no tirar la comida a la basura, no caer en sus trampas que antes conseguían engañar a los de mi alrededor y lo peor, a mi misma.Cuando miro hacia atrás me cuesta reconocerme a mi misma, me duele ver a donde llegué y cómo me deje arrastrar por él. Pero a la vez me enorgullece ver mis avances y mis logros. Cojo el móvil y me encuentro una nota antigua en la que tuve que apuntar lo que comía para enseñarselo a mi psicóloga. Me quedo boquiabierta mientras leo que viví un día desayunando una manzana, comiendo una tortilla francesa de un huevo y cenando un tomate con lechuga. Me cuesta creer que esa Cris sea la misma que hoy es capaz de enfrentarse a una taza de cola cao con cereales, a la pasta, al arroz, a la carne, al pan, al chocolate.No somos las mismas, una de ellas no era yo. Bicho había conseguido atraparme, robarme mi vida hasta el punto de anular toda mi racionalidad, me creía todas sus mentiras, vivía para obedecer sus ordenes. Creía que lo que él me decía era lo correcto, que si no le hacía caso me iba a poner gorda como una foca. Creía que él era bueno porque conseguía que cada vez tuviese menos hambre, que me costase menos renunciar a la comida, que estuviese más cerca de conseguir adelgazar mis piernas. Él consiguió dominarme, hasta el punto de que mi cuerpo no me daba órdenes de que algo estaba yendo mal. No me sentía cansada a pesar de comer cada vez menos y hacer cada vez más deporte.No tenía hambre, era como si mi cuerpo no necesitara comida para seguir funcionando. Ojalá hubiese podido darme cuenta de la mentira en la que vivía, ojalá hubiese podido ser consciente del daño físico y psicológico que estaba sufriendo. Me pasaba las 24 horas del día pensando en él, me dejaron de importar las cosas que antes me hacían feliz. Ya no quería salir con mis amigos ni con mi novio, sólo me importaba seguir su mandato que cada vez era más duro y exigente. Él me decía que si seguía sus instrucciones, conseguiría un cuerpo mejor y me enseñaba lo bien que lo hacía cada vez que me probaba ropa y me quedaba grande, cada vez que alguien me decía: " ¡Cómo adelgazaste!" y yo me sentía cada vez más feliz y cada vez quería más, quería seguir a su lado porque creía que él me había cambiado a mejor, que había conseguido que odiase las comidas calóricas, que había logrado que dejase de comer todo lo que antes comía y que me engordaba,que me había convertido en una persona más sana y DELGADA. Cada vez pesaba menos. Los kilos se iban de mí, me sentía feliz al verlo pero no era una felicidad verdadera porque era efímera. No me sentía satisfecha, quería más, seguí adelgazando en busca de la felicidad completa, sin darme cuenta de que todo lo que estaba renunciaba para llegar hasta ella, eran la verdadera felicidad.Y no fue hasta que me dí un golpe duro contra el suelo cuando descubrí que me había caído. Empecé a escuchar la voz que se había apagado, la voz de mi interior que me recordó que seguía viva. Empezaron los duelos, la lucha entre la cordura y la locura. ¿ Qué me estaba pasando? ¿ Quién mentía? Mi mundo se desplomaba y yo tenía que reconstruirlo. Fue un proceso lento y complicado. Empecé a escribir cada vez que conseguía identificar los pensamientos contaminados por el bicho. Cada vez que se repetían solo tenía que leerlos para poder ver lo absurdos que eran. Podía atraparlos. Hice una lista de cosas que había perdido por su culpa y la leía antes de cada comida. Recuerdo lo terrible que era para él escuchar "albóndigas", " tortilla", " spaguettis", me hacía creer que yo odiaba esas comidas, cuando quien las temía era él. Al principio hacía que no disfrutase de ellas, que cada mordisco fuese el mayor reto y angustia. Me provocaba ansiedad. Me hacía sentirme culpable, las cantidades que toleraba eran mínimas, pero conseguí poco a poco hacerlo porque sabía que para acabar con el bicho tenía que alimentarme ya que así cogería las fuerzas necesarias para destruirle. Y fue entonces cuando comprendí que yo no tenía miedo a comer, que era él quien creaba ese miedo para hacerse fuerte. Poco a poco fui normalizando la comida y poco a poco pude volver a disfrutar de ella. ¿CÓMO PUDO CONSEGUIR QUE ODIASE EL CHOCOLATE SI ME ENCANTA? ¿ Cómo pudo engañarme de esa manera? Él anulaba el placer de mi vida para hacer que estuviese triste y de esa manera fuese más débil y pudiese dominarme mejor. Ahora que estoy recuperando todo lo que me había robado, ahora que puedo disfrutar de la comida, de mis amigos, de mi familia, de mi pareja, me doy cuenta de todos sus engaños.
El camino hacia la recuperación no siempre es sencillo, hay momentos en los que el bicho obstaculiza tus pasos pero tan sólo hay que saber cómo esquivarlo! A veces para poder alcanzar una meta hay que pasar por etapas que no nos gustan. Os aseguro que empezar a comer no fue nada sencillo, que tras cada comida sufría una hora de remordimientos y angustia, pero aguantándolo fue como conseguí que cada vez esos momentos durasen menos y que cada vez la felicidad fuese mayor. El sufrimiento merece la pena, no te rindas, hay salida.



domingo, 6 de septiembre de 2015

SI SE PUEDE















Si, yo también creía que era imposible ser capaz de ir a un restaurante y no pedirme una ensalada sin aliñar. Yo tampoco me habría creído que podría subir una foto comiendo un crepe y lo más importante que fuera capaz de comerlo FELIZ. Lo conseguí. ¿Cómo lo hice ? Sacando fuerzas a través de motivaciones. Mi motivación principal fue la alegría de mi familia al verme comer con ellos. Nadie dijo que fuera fácil ni que se pueda conseguir de un día para otro. Es un camino largo, difícil, tienes que enfrentarte a tus miedos. Tienes que tener la fortaleza suficiente para vencer a la parte de ti que te contamina y que intenta por todos los medios destruirte. Tienes que diferenciar cuando tus pensamientos son contaminados por el bicho y cuando son reales. Tienes que decir ¡BASTA! No me merezco esta vida. No quiero seguir sus dictados porque me alejan de lo que de verdad quiero. Soy más feliz con mis seres queridos que en un gimnasio obsesionada porque el marcador de calorías aumente. Vivir sin presión, sin dominación.Pensar en la satisfacción de poder recuperar todo lo perdido. Cada vez que un sentimiento de culpa o remordimiento me invadía, lo combatía mirando la sonrisa de mis padres.Pensando en mi salud. Pensar que cada mordisco que ingería significaba estar cada vez más cerca de la meta. Cambiar la palabra engordar por RECUPERAR. Recuperarme a mi misma. Recuperar mi vida de antes.
Por fin digo adiós al bicho, al bicho que me manipulaba y deformaba la realidad. Adiós a su control. Hola a poder sentirme libre de nuevo. Hola a dejar de estar triste en todo momento. Hola a poder comer sin pensar en nada más que vivir. Adiós a la palabra calorías, a la angustia, al sentir que no merezco nada. Adiós a esas voces incesantes y obsesivas en tu cabeza diciéndote mentiras. Cada vez que te digan: " No te mereces comer eso, te vas a poner como una foca y nadie te va a querer así." Piensa a donde has llegado por seguir esos pensamientos irracionales, piensa en las personas que están a tu lado, en todo su apoyo y amor. Di adiós al sentirte sola, a crearte una coraza que te aislaba de tus relaciones sociales.
De pronto comprendes que desde que has empezado a cambiar, tu vida también lo está haciendo. Creías que comer era lo peor y sin embargo gracias a ello todo empieza a ser mejor. Ocurre lo contrario que te hacía creer tu mente distorsionada. Desde que empezaste a poder coger las riendas de nuevo,todo son buenas noticias. Los temores van desapareciendo, te haces más fuerte para combatir tus miedos. Puedes volver a recuperar sensaciones perdidas. Puedes volver a tener aquello que te habías prohibido disfrutar como un paseo con tu familia tomando un helado, una comida con tus amigos o comer aquello que antes tanto te gustaba y que sin embargo se había convertido en algo prohibido para ti. Poder volver a ser como los demás. Poder dejar de sentirte inferior. Poder empezar a valorarte. Poder sentir que por fin puedes elegir tu camino sin nadie que te domine, que lo estás consiguiendo.
La comida no puede verse como nuestra enemiga, es nuestra cura. Como un enfermo necesita una medicina. La nuestra es ella. Ella es salud, bienestar. Os aseguro que va a llegar el día en que todo empiece a cambiar. No hay mayor enseñanza que la que se aprende desde el sufrimiento en primera persona. Es una enfermedad que te hace perder muchas cosas pero también ganar otras. Gracias a ella hoy soy una persona más fuerte, aprecio más que nunca a mis seres queridos y disfruto de las pequeñas cosas de la vida. Soy más feliz. La anorexia es algo que no puedo borrar de mi vida, ha estado presente y siempre tendré que seguir en alerta para que no vuelva a mi, pero todo en la vida pasa por una razón y al final sufrir merece la pena, porque lo que no nos mata nos hace más fuertes.
Yo también llegué a creer que no había salida, que sus pensamientos nunca me abandonarían. Es cierto los pensamientos no desaparecen, pero lo que si ha desaparecido es mi debilidad, ahora soy más fuerte que ellos, ahora sé como frenarlos. TÚ Y SOLO TÚ TIENES EL PODER DE CAMBIAR TU VIDA. Lucha por quererte a ti misma porque no hay nada más importante que tu bienestar. Todo es posible, todo se puede lograr. No te rindas.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Mi recuperación

Como después de una gran tormenta, a pesar de que siga habiendo nubes el sol poco a poco deja pasar sus rayos y en la oscuridad se puede empezar a apreciar un poquito de luz. Con la anorexia es parecido, es un camino muy lento pero lo importante es no pararse ni volver la vista atrás, siempre hacia adelante.  El primer paso es admitirlo. Dejar atrás las mentiras y decirle adiós a esa parte de ti que te impide ser tu misma. Pensar en todo lo bueno que has perdido por su culpa y reunir las fuerzas necesarias para sacarla de ti. En mi caso, nunca lo habría logrado sin la ayuda tanto profesional como familiar. Aunque al fin y al cabo la mayor fuerza tiene que salir de ti misma. Tú misma tienes que luchar por recuperar la vida que te mereces tener. Sin control, sin dolor. Poco a poco yo pude hacerlo, pude empezar a ver la realidad, la venda de los ojos empezó a caer y de pronto comprendí que lo que había perdido era más importante que todo lo que consideraba que había ganado. Alcancé mis metas, conseguí tener las piernas más delgadas, bajar más de diez kilos y entrar en una talla 32 y sin embargo, no me sentía satisfecha. ¿De que había servido tanto esfuerzo, tanto machaque, tanto dolor si no era feliz? Yo renunciaba a bajar con mis amigos por ir al gimnasio, a las comidas que mi madre me preparaba con amor. Me volví mentirosa. Me perdía cenas románticas con mi pareja, comidas con mis amigos. ¿Para qué? Que había ganado a cambio? Sufrimiento. Dolor. Seguía sin gustarme mi reflejo. Me sentía vacía. Las cosas que antes me hacían feliz dejaban de hacermelo. Solo tenía ganas de estar sola. Mi vida se resumía en hacer ejercicio y sobrevivir con el mínimo alimento posible. Me distancié de todo lo que de verdad importaba. Creía estar en un laberinto sin salida. Sin embargo llegué a un punto de inflexión, a través de ver el daño que había hecho a las personas que más quería y sobre todo a mi misma. Decidí luchar e intentar recuperarme. Empecé a comer más, a llevar una dieta especial.No fue fácil. El bicho que hay dentro de mi era muy fuerte pero yo luché por ganarle la batalla. Cada vez que aparecía a través de los remordimientos y la culpa, intentaba pensar en positivo, en todo lo que quería recuperar. En todo lo que por su culpa había perdido. Pensaba en mi salud. En poder volver a encontrar ropa que no me quedase grande. En recuperar mi ciclo menstrual. Mi vida. En la alegría de mis seres queridos al verme comer.
Cada vez el bicho es más débil y cada vez soy yo más fuerte. Puede que no se haya ido del todo, puede que siempre quiera volver pero con fuerza es posible combatirlo. El bicho es un mentiroso, deforma la realidad, no creáis lo que os dice. La comida no es el enemigo, el enemigo es él, con sus pensamientos irracionales te ha hecho perder lo más importante: tu vida. Pero todo se puede volver a ganar, todo es posible. No tengas miedo solo lucha y no te rindas nunca. Aunque creas que no eres capaz intentándolo ya estás más cerca de conseguirlo. Yo veo la salida, tu también puedes verla, no te frenes, camina que pronto todo habrá acabado y las vistas desde arriba son más bonitas.

El principio de mi fin

Me gustaría volver a tener trece años, volver al principio de todo para intentar cambiarlo, para poder darme a mí misma la fuerza y el amor propio que me faltó en aquellos instantes, el coraje suficiente para evitar caer en el pozo que empecé a construir sobre mi misma. Ojalá hubiese podido ser más fuerte, ojalá hubiese sabido reírme de mis kilos de más como lo hacían los numerosos insultos de aquellas personas que no valían nada y que sin embargo yo les otorgaba el valor de arruinarme la vida. Ojalá hubiese podido cambiar las lágrimas al no entrar en una talla 38 por sonrisas al observar mis curvas. Ojalá pudiese volver a aquellos momentos en los que me refugiaba en la comida en lugar de verla como mi mayor enemiga. Ojalá pudiese volver al punto en el que todo cambió, en el que la obsesión comenzó y a partir del cual nunca pude volver a ser la misma. Pero no puedo. Es hora de dejar de mirar un pasado que no puedo cambiar y asumir un presente y futuro con posibilidades y oportunidades para la superación personal. Dicen que el primer paso ante un problema es asumir que tienes un problema, y la verdad, no es nada fácil. Llevo mucho tiempo engañando a las personas que quiero y lo peor de todo, engañándome a mí misma. Intentando convencerme de que eran los demás quienes estaban equivocados, yo tan sólo estaba intentando seguir mis pensamientos y cumpliendo mis metas. Creyendo continuamente que cada vez que renunciaba a comer algo, cada vez que conseguía aumentar el ejercicio físico estaba con ello haciendo las cosas bien y tranquilizando mi conciencia, mientras que cada vez que creía excederme el machaque alcanzaba extremos inimaginables. Masoquismo. Cada vez me fui exigiendo más a mí misma. Mi autoestima en los suelos hecha pedazos. Perdí el valor en mi misma, fui esclava de mis pensamientos. Tuve una etapa de superación, pude ver la luz en el oscuro túnel en el que me encontraba. No era la misma, seguía teniendo la palabra calorías clavada en mi mente y la culpabilidad tras cada comida, sin embargo, conseguía controlarlo y volver a estar sana. Después vino la etapa de ser incapaz de retener la comida en mi cuerpo. Atracones. Remordimientos. Un laberinto en el que no encontraba la salida. Pero como en los cuentos de Disney en mi propio mundo llegó un héroe que me ayudó a volver a quererme y a encontrar una salvación.
Desgraciadamente hay enfermedades de las que nunca te curas del todo y vuelves a caer, y cuando te das cuenta es demasiado tarde, no supiste frenar a tiempo y cuando coges velocidad la pausa parece muy lejana. En una recaída me encuentro desde hace cuatro meses.No pude verlo ni ser consciente de que estaba a punto de caerme. Me refugié en una espiral de autoengaños y escusas. Gracias a mis seres queridos pude recobrar la cordura y reconocer que nuevamente estoy sufriendo el mismo problema. Es duro escribir sobre algo que después de tantos años todavía no consigues manejar. Todavía sigues siendo la marioneta y lo peor de todo es que quien te manipula, quien puede moverte es la misma persona que quiere dejar de hacerlo: tú misma. Es duro cuando alguien nos causa dolor pero os aseguro que el dolor provocado por uno mismo es aún mayor. El saber que tú misma tienes el poder para cambiarlo todo, para volver a ser feliz, para poder disfrutar de un helado con tu novio, una cena con tus amigas, una comida familiar, un día de tu vida sin contar calorías, sin necesitar hacer ejercicio, sin remordimientos, sin culpas, sin daños, sin odiar tu propio reflejo. El saber que eres la encargada de hacerlo y no poder, es frustrante. Te invade la impotencia, desaparecen las ganas de luchar y llegas a creer que nunca lo conseguirás. Llegas a asumir que nunca podrás ser como el resto, que nunca podrás comer sin temor a engordar, que nunca podrás reírte si un pantalón no te sirve o disfrutar del día a día sin miedos. Supongo que es algo con lo que tendré que vivir pero que de mi misma depende controlarlo y no superar ciertos límites. Me sé la teoría, soy consciente del daño que me hago y el que causo a las personas que más quiero, pero la práctica es muy distinta. Mi propio yo son dos mitades, la mitad racional que escribe este texto con la esperanza de que un día pueda leerlo y sonreír por haberlo conseguido y a continuación está la mitad que no consigo modificar, la que me domina y pinta lo malo de bueno, deforma la realidad y me impide sentirme bien sino cumplo los objetivos marcados por ella. Un duelo continúo. Querer y no poder. Terminas creyendo tu propia mentira. Los "estoy bien" para no preocupar a las personas que quieres también los usaba mi cerebro para creerse que no había nada grave en mi conducta. No busco culpables porque soy la única responsable de todos los actos que me han llevado a estar donde estoy. Sin embargo, quiero expresar mi más profundo odio a la sociedad que me ha tocado vivir. A los canones de belleza que incitan a la extrema delgadez, al mundo de la moda que venden la desnutrición y tallas de ropa desproporcionadas sin ser conscientes o siéndolo de los cerebros débiles que pueden creerse  su mundo utópico y desembocar en trastornos alimenticios como el que yo padezco. No voy a rendirme, tengo personas maravillosas a mi lado que me aceptan tal y como soy y por ellas el cambio tiene que llegar.

Esta es mi historia

Soy anoréxica. Dos palabras. 12 letras. Un largo camino de esfuerzo para poder ser capaz de pronunciarlas, de escribirlas, de compartirlas. Por fin puedo decirlo sin avergonzarme de ello, sin miedo a ser juzgada, señalada. Creo que uno de los problemas de esta enfermedad es que no está admitida socialmente y muchas veces somos quienes la sufrimos los responsables de ello. Otras enfermedades son compartidas con naturalidad pero muchas personas que padecemos trastornos alimenticios nos falta valor para hablar de ello y poder de esa manera hacer entender la gravedad de la situación que estamos sufriendo. Después de muchos años de duelo, de lucha y de superación, he tenido las fuerzas suficientes para poder escribir mi historia. Con ella espero ayudar a quienes hayan pasado o estén pasando por ello e impedir que otros caigan. También espero que quienes tienen un enfoque equivocado de la enfermedad, aquellos que piensan que ser anoréxica es un capricho por ser delgada o parecerse a las modelos, comprendan lo complejo que es y la importancia del trato de la sociedad con este problema. Afortunadamente estoy en un proceso de recuperación, con más fuerza que nunca y muy cerca de vencer esta batalla. Por ello hoy empiezo este nuevo proyecto, llena de felicidad y esperanzas para lanzar un mensaje optimista. Porque si yo puedo, el resto de las personas también. Con lucha y esfuerzo se consigue. Después de una tormenta el sol vuelve a salir. Si hay cura, si hay salida.